¿Y por qué cambiar? =================== Tiene más de diez años que dí el brinco y migré a Linux - Ya no sólo como mi entorno primario, sino como el único sistema operativo que tengo instalado en cualquiera de mis computadoras. En 1997, obviamente, hacer esto no estaba exento de problemas o retos. Yo soy del grupo de usuarios que decidieron migrar en primer término por razones ideológicas, a partir de la convicción de que el Software Libre es superior moralmente a cualquier sistema propietario, como Windows o MacOS. Claro, ya desde hace diez años -e incluso para los más convencidos- era muy importante el argumento de la calidad y la estabilidad. Linux -heredero de la familia de sistemas operativos Unix y más de 35 años de historia- mantuvo desde sus humildes principios al ser desarrollado en la computadora personal de un estudiante finlandés de posgrado la que posiblemente aún hoy es su principal característica: La modularidad. Una computadora que corre con Linux tiene siempre en ejecución a cientos de pequeños programas, cada uno de ellos altamente especializado y de propósito claramente limitado, pero orientados a la integración - con interfaces públicas claras y bien documentadas. ¿Qué significa esto? Todos los programas que utilizamos son, obviamente, escritos por seres humanos. Por más talentoso que sea un programador, no queda exento de equivocaciones. Estas son, sin entrar en demasiados detalles, las que llevan a errores en el comportamiento de nuestros programas. La gran ventaja, pues, que tienen los sistemas operativos tipo Unix es que, al ser tan modulares, no sólo nos es muchísimo más fácil localizar qué es lo que causa determinado fallo, sino ayudan a asegurar que, una vez corregido éste, su impacto será el menor posible. Esta es una de las grandes razones por las que el entorno GNU/Linux, incluso en su infancia (en que era desarrollado meramente como hobby, no tenía detrás a todas las empresas que hoy en día lo impulsan), fuera claramente más confiable para aplicaciones de servidor que Windows, que cuenta con la empresa de software más grande del mundo. Desde 1997, claro, ya hemos avanzado muchísimo: Hoy en día hay gente que comienza a usar programas libres (como los reseñados en esta revista) o se muda por completo a Linux ya no sólo por ideología o por ganas de aprender, sino porque el entorno es más atractivo, estético, funcional o incluso compatible con su forma de trabajo - ¡sí! Hoy en día, programas como OpenOffice o Gimp son compatibles con una gama de formatos mucho más amplia que sus contrapartes propietarias, y sus interfaces de usuario se han vuelto más intuitivas que las últimas versiones de la competencia, sobre-cargada de funcionalidad rara vez utilizada. Otra ventaja central de Linux es que es Software Libre - Y no, con esto no me refiero a que Linux sea gratuito (aunque típicamente lo sea, hay una industria muy importante construída alrededor del Software Libre). Si bien al día de hoy tengo más de diez años con Linux, tengo más de 25 como usuario frecuente de computadoras. Me inicié aún con las "minicomputadoras" de principios de los 80, con decenas de terminales, y me tocó vivir y aprender la época de las Apple II y de las Commodore 64, las primeras PC... Y si bien todas ellas brindaban conocimiento y experiencias importantísimas para todo quien, como yo, a la postre se dedicaría al cómputo como actividad profesional, siempre partían de la lógica de que había un núcleo operativo cerrado, casi sagrado, que La Empresa (fuera en este caso Apple, Commodore, IBM o Microsoft) nos daba, sobre del cual podríamos construir. Con el software libre, sin embargo, lo que recibimos es una invitación a asomarnos a cada uno de los componentes del sistema - Una invitación con toda la documentación necesaria, con todas las herramientas de desarrollo y depuración para lograrlo. La diferencia es tremenda: Un usuario de Linux con algo de curiosidad científica no se enfrenta a la "magia negra" de cómo funciona el sistema, y no acepta el argumento de que "la computadora no quiere" o que "la computadora está lenta". Un usuario de Linux, con el paso del tiempo, va comprendiendo las funciones y relaciones entre los componentes del sistema, y se vuelve capaz de corregir un problema. No sólo eso; a través de todo tipo de foros de intercambio, podemos participar en el desarrollo, mantenimiento o soporte de todos esos programas que tanto nos han dado. Entonces, en resumen... ¿Por qué me mudé al Software Libre, y por qué sigo ahí? Porque me dio herramientas indispensables para ser un usuario más feliz, más profesional - y una mejor persona, miembro activo de una comunidad que me ha dado todo lo necesario para mi desarrollo profesional.