Muchos lenguajes requieren que el programador maneje manualmente la memoria asignada dinámicamente. En Perl, la memoria es asignada automáticamente cuando es requerida y los mecanismos de recolección de basura propios del lenguaje se encargan de reclamar el espacio que sea liberado. Esto significa que no nos tendremos que preopcupar por buffer overflows, tamaños de arreglos, complejidad de estructuras de datos y demás detalles. Esto hace no sólo que el tiempo de desarrollo disminuya sensiblemente, sino que evita los frecuentes errores humanos en procesos repetitivos y tediosos.